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LAS REINAS CARLISTAS

Los autores José Antonio Gallego García, Luis Hernando de Larramendi y Martínez, Manuel Moral Roncal, Javier Mª Pérez-Roldán y Suanzes-Carpegna, Víctor Sierra-Sesúmaga Ariznabarreta, Javier Urcelay Alonso, y Alejandra Wilhelmsen, biografían a la reinas de la dinastía legítimas, a las mujeres fuertes del carlismo y del tradicionalismo.

Este libro que presenta la Asociación Editorial Tradicionalista está dedicado a las reinas de la dinastía legítima y a todas las margaritas, mujeres carlistas que tanto ayer como hoy sirvieron con fidelidad a la Causa de Dios-Patria-Rey.

Las Reinas Carlistas es uno de esos libros que se convierten en clásicos en el mismo momento de su publicación. Este libro que presenta la Asociación Editorial Tradicionalista está dedicado a las reinas de la dinastía legítima y a todas las margaritas, mujeres carlistas que tanto ayer como hoy sirvieron con fidelidad a la Causa de Dios-Patria-Rey.

Un libro profusamente ilustrado, y en algunos casos con fotos inéditas, que se presenta tanto en edición económica, como en edición de lujo (tapa dura y cosido en hilo vegetal)

El libro esta editado con solapas y papel offset 110 g. ahuesado.

¿QUÉ ES EL CARLISMO?, por el Centro de Estudios General Zumalacarregui.

El Centro de Estudios Históricos y Políticos “General Zumalacárregui” fue fundado en mayo de 1963 por un grupo de intelectuales tradicionalistas deseosos de organizar un cauce institucional por el que poder contrastar y estimular los esfuerzos individuales dirigidos a un mejor conocimiento y actualización del pensamiento tradicional español. Desde el primer momento, estuvo y está  abierto a todo hombre de buena voluntad. Por eso son sus actividades el reflejo más exacto y espontaneo del clamor popular del pueblo carlista.

Este libro no quiere ser otra cosa que una respuesta, lo más escueta y exacta posible, a la pregunta que le sirve de título, a la pregunta ¿Qué es el Carlismo?

Su autor es el propio Centro de Estudios, acogido a la venerada memoria del invicto general, espejo de las fidelidades carlistas, don Tomás DE ZUMALACARREGUI. No es ésta o aquella persona, sino el pueblo carlista entero el que lo ha escrito. Porque si no todos han participado materialmente, todos han podido participar, y de hecho lo han hecho muchos especialmente cualificados por su formación doctrinal o por su interés y afección a la causa.

CREDO Y PROGRAMA DEL PARTIDO CARLISTA

Manuel Polo y Peyrolón (Cañete, Cuenca 1846 – Valencia 1918) fue catedrático de Filosofía durante casi toda su vida en Valencia y Teruel. Fue autor de novelas costumbristas, muy valoradas por la crítica de su época y muy especialmente por Menéndez Pelayo. Escribió una amplia serie de manuales de filosofía muy usados en los institutos de la época. Sus convicciones profundamente católicas le llevaron escribir sonados alegatos contra el krausismo, la masonería y el darwinismo. Se adhirió al Carlismo y en 1896 los valencianos lo eligieron diputado tradicionalista en el Congreso. Sus artículos y conferencias le valieron sufrir no pocas molestias, registros y detenciones en la defensa de la Santa Causa.

“Credo y programa del partido carlista” supone una magistral exposición de los principios carlistas y del programa para su aplicación a comienzos del pasado siglo (fue publicada en 1905). Recomendamos su lectura como introducción al gran acervo doctrinal del tradicionalismo español, pues Polo y Peyrolón es uno de esos intelectuales que es necesario rescatar del olvido.

EL GENERAL IGNACIO ALONSO- CUEVILLAS Y REMÓN

Este libro pertenece a la serie: Los hombres del rey: Generales castellanos de don Carlos V, publicada por la Asociación Editorial Tradicionalista. El título presentado es el número 1: El General don Ignacio Alonso-Cuevillas y Remón.

Ignacio Alonso Cuevillas Remón, Ignacio (Cuevillas. Cervera del Río Alhama (La Rioja), 15.X.1785 – Madrid, 6.XI.1853). Guerrillero, mariscal de campo carlista y caballero de la Gran Cruz y Laureado de la Orden de San Fernando.
Hijo del brigadier Ignacio Alonso Cuevillas Zapatero, héroe de la Guerra de la Independencia, conocido por Cuevillas al haber nacido su abuelo paterno en La Cueva (Soria), y al que Fernando VII autorizó en 1814 a incorporar dicho sobrenombre a sus apellidos.
El 3 de agosto de 1833 obtuvo su retiro para la ciudad de Palencia, donde permaneció hasta el 8 de octubre, en que se presentó a la Junta Carlista de Castilla en Burgos, reuniendo varios batallones de voluntarios realistas que puso a las órdenes del cura Merino tan pronto como éste se lanzó a la campaña.
En 1837 fue nombrado ayudante de campo del infante Sebastián Gabriel, en cuya compañía concurrió a la batalla de Oriamendi. En mayo de 1837 sale de las provincias al frente de la tercera división de la expedición real, tomando parte en las acciones de Huesca, Barbastro, Guisona (en la que sostuvo la retirada del ejército), Chiva, Villar de los Navarros (en la que se distinguió extraordinariamente, concediéndosele por ello la Gran Cruz de Isabel la Católica), Aranzueque y Retuerta. Al regresar la expedición al norte de Cuevillas fue nombrado vocal de la Junta Consultiva de Guerra.

ÁNGEL CASIMIRO VILLALAÍN: EL HÉROE OLVIDADO

Castilla ha sido, por excelencia, la tierra de los hombres libres. Por sus caminos cabalgó el Cid, aquel buen vasallo, y sus mesnadas camino del destierro. Y por las tierras de la Nueva Castilla cabalgó el espejo de todos los caballeros: don Quijote de la Mancha.

Sin embargo, con estos dos no se agotó la savia de la raza, y mucho después, en pleno siglo XIX, siglo poco propicio a la hidalguía y el honor, cabalgó otro caballero del ideal: don Ángel Casimiro Villalaín. Español de Castilla, católico a carta cabal, hidalgo de linaje y carlistas insobornable.

Como el Cid, y como el Quijote, sufrió ataques y fue denostado, si bien esta vez no por cortesanos o por bachilleres, sino principalmente por los encantadores del siglo XIX, aquellos que querían transformar la realidad a fuerza de mentiras: los políticos liberales y la prensa servil.

No obstante, la verdad de Villalaín, que resplandece en la obra que presentamos, puso a todos en su sitio, pues recorrió los caminos de Castilla a lomos de su caballo («polilla») en servicio a sus señores naturales, los legítimos reyes de España. Si robó, fue sólo de las arcas públicas, y sólo para el servicio de la causa legitimista, y siempre procurando no hacer más daño del estrictamente necesario, de forma tal que hasta la prensa de la época tuvo que reconocer el trato caballeroso que otorgaba a los que se cruzaban en su camino. Y ello en tanto en cuanto era un soldado del Rey legítimo, aquel que tenía derecho a las rentas y contribuciones establecidas al servicio del bien común, y no para pagar las corruptelas de los que detentaban el poder.

Te presentamos la biografía del último hidalgo de Castilla, escrita por José Antonio Gallego García.