Descripción
En este libro describe en primera persona la ferocidad de los verdugos, las humillaciones aberrantes a que sometían a los prisioneros y, sobre todo, el testimonio de la muerte de algunos de sus compañeros. En todo ello da muestras de una extraordinaria resistencia espiritual, de una fe capaz de discernir la luz en la oscuridad y de perdonar a sus perseguidores: «Humanamente, he sufrido mucho, con angustia pero también con esperanza, siempre en la fe. He considerado a nuestros torturadores como “instrumentos” y a ninguno le acuso; al contrario, deseo para ellos una verdadera conversión a Dios».