Descripción
Rafael Merry del Val era un diplomático con una excelente preparación, pero por encima de eso era un hombre austero y un gran sacerdote cuyo máximo anhelo, recogido en su epitafio, era llevar almas a Dios: Da mihi animas, caetera tolle. Aunque habría preferido ser pastor de almas en una pequeña parroquia, supo aceptar la voluntad de Dios y servir a la Iglesia desde Roma, donde llegaría a ser conocido como el ángel del Vaticano. Su cuerpo descansa en la Cripta de los Papas en la Grutas Vaticanas, siendo el único cardenal entre todos los soberanos pontífices.
En los Escritos Espirituales que forman parte de este libro, muchos de ellos traducidos por primera vez al español, el lector descubrirá la hondura, sencillez y claridad de un sacerdote que vivía exclusivamente para que en él se cumpliera la voluntad de Dios. Sus oraciones, cartas, meditaciones, pláticas, discursos y conferencias nos hablan del amor de Dios y nos acercan al Sagrado Corazón de Jesús, del que era muy devoto, y a la Virgen María, a la que él se consagró como terciario servita, y de la que diría: «De nosotros se dirán cosas gloriosas ante el trono de Dios. Las dirá María».