Descripción
Mazarrasa dejó testimonio de sus principios evangélicos, y en su vida y obra siempre encontraremos la claridad de las ideas, y la lealtad a los principios, pues para él no se podía encontrar verdadera lealtad, ni verdadero patriotismo, en quién no sea verdadero católico. Para Mazarrasa el verdadero enemigo no eran ni los franceses, ni la masonería, sino la impiedad que, inspirada por ellos, se anidaba ya en medio de los españoles. Efectivamente, ante el orgullo de los liberales puros, y la cobardía del llamado liberalismo católico, Mazarrasa oponía la Santa Religión como solución, por cuanto la misma supone un tesoro inmenso de recursos tan inagotables como la misma Providencia, y por falta de fe dejamos intacto dicho tesoro empeñados en contrariar los decretos de Dios con nuestras propias fuerzas.
En política la historia se empeña en demostrarnos que innumerables caminos conducen al error (liberalismo, socialismo, comunismo, fascismo, capitalismo …) y uno sólo es el que guía al acierto (la tradición), pues «mientras el fiero ateísmo que es la herejía universal (pues nada cree) viva entre nosotros con apariencia de cierta indiferencia religiosa, que el mundo va haciendo como de moda, nunca tendremos paz, ni dejará de padecer más o menos alteraciones en unas u otras partes el orden, sosiego, y tranquilidad pública.»
«Sabe V.S., como es notorio, que todos los españoles, por desgracia, estamos divididos en partidos políticos, los cuales se hacen una guerra política, cuando no puede ser militar. […] Los partidos son muchos, pero yo los reduzco sólo a dos: uno conservador de la religión, de la monarquía y de la legitimidad, que podemos llamar realista o carlista, y el de la revolución.» José de Mazarrasa. Apelación.