Descripción
No espere, pues, el lector encontrar aquí tentativas superficiales de conciliación, bajo las cuales a menudo, si no siempre, se enmascaran las debilidades de un perfil psicológico tendencialmente complaciente, ni espere encontrar la expresión de veleidosos anhelos o de preferencias afectivas: lo que el lector encontrará es una verdadera puesta en luz o iluminación cruda, directa, llana y lisa, de los graves errores que hacen a la identidad misma de un falso camino que hoy en día es públicamente promocionado, promovido y legitimado como alternativa al Cristianismo.
Si bien el autor se detiene en el análisis y la crítica de ciertas prácticas abominables y horrendas implementadas sistemáticamente en el budismo tibetano –calladas en miserable silencio cómplice por los medios de desinformación social–, sin embargo, y más allá de la exposición anecdótica y puntual de tal o cual práctica aberrante, el lector advertirá que lo que se dice con respecto a los principios alcanza a todo tipo de budismo. Y es éste, sin dudas, uno de los méritos de la presente obra.
Como demuestra Highton, el Budismo tántrico tibetano asume prácticas ignominiosas y bestiales como parte positiva y constructiva del progreso espiritual, de tal manera que quien las asume, quien las practica, quien las aconseja o comparte, no se encuentra en contradicción con tales abominables principios, sino en plena coherencia con ellos.
Vale la pena subrayar otro aspecto que vuelve particularmente valioso al trabajo del padre Highton: su valor testimonial. En efecto, el autor no ensaya peroraciones a partir de un estudio abstracto y desencarnado, sino que al estudio serio y atento añade la experiencia directa de su contacto personal con el budismo tibetano in situ, tanto a nivel monacal como laical, al mismo tiempo que las repetidas tentativas de diálogo que él mismo iniciara y que una y otra vez, quedaran frustradas al no haber encontrado la misma disposición del otro lado. Lo afirmado está, pues, sostenido por el conocimiento directo del fenómeno abordado, está sostenido no sólo por la ciencia, sino también por la experiencia.
Por todo ello, no podemos más que agradecerle al padre Highton lo expuesto en estas páginas, fruto de un generoso esfuerzo y muestra manifiesta de un auténtico celo por las almas, de un sincero e incondicional amor a la verdad, a la Iglesia y a Jesucristo.
P. Dr. Christian Ferraro